Mis labios dormidos en tu cuello,
Tus muslos encarnados en mis piernas
Y enredados como plantas en mi cuerpo.
Te recuerda la Luna,
El cielo estrellado y roto y ajeno,
La ventana con sus vidrios rotos
Me hace recordar aquella noche
En que salió el Sol a las veintitrés y cincuenta
En que nos amamos dormidos.
Mi sangre vertida en vasos
Para calmar tu sed de antes de morir
Una voz en el cielo dice
Que no necesitamos nada para comenzar de cero;
Te extraño,
Te recuerdo bajo mi carne, en mis letras,
En las palabras que no te escribo.
Y que no importa si no las lees.
Te recuerdo en partes y poco a poco
Hoy tocó recordarte el cuello, los muslos, la cara;
Talvez te recuerde a la medianoche
O en la Luna nueva que me hace olvidarte.