… el único gusto que tengamos en común sea la poesía de Benedetti, de ahí en fuera: él cree que mi música es aburrida, que uno de mis libros favoritos es de los peores que ha leído y el cine argentino le choca tanto como casi todo lo que tenga que ver con aquél país (excepto por los tangos); visto desde afuera parece una locura que esté yo tan involucrada con un hombre con quien tengo tan pocas cosas en común.
Innumerables son las relaciones que empiezan con un “¿te gusta esa rola? A mí me encanta” o un “también es mi película favorita”, muy al contrario de esto mis conversaciones a cerca de mis gustos con el sr. Del Tráiler azul (como llamaremos de ahora en adelante al objeto de mi afecto) terminan siempre en enardecidas discusiones donde yo tengo que defender como gata boca arriba los argumentos que sustenten que tal o cual cosa es buena antes que él encuentre el talón de Aquiles y los tire por los suelos, esas discusiones donde termino yo enojada porque me dice algo que no me gusta, o yo cediendo y dándole la razón o él cambiando el tema o yéndose a dormir. Será que eso es parte de aquello a lo que le llaman madurar, aceptar y aprender de la persona que tienes en frente pero… ¡momento! En este post no estamos poniendo en discusión mi grado de madurez, el punto aquí es ¿cómo se enamora uno de alguien tan distinto, de alguien que aparentemente es muy diferente a lo que pensabas sería “el hombre de tus sueños”? ahhh pues ahí está el punto, la palabra clave de hoy es APARENTEMENTE. Cómo decir que no tiene nada que ver con el hombre de mis sueños si es el sujeto más inteligente que conozco y lo admiro como he admirado a pocos en la vida, cómo decir que no tiene buen gusto musical si cada vez que oigo esa rola de intocable se me pone la piel de gallina, cómo decir que no es poeta si en estos últimos meses sin darse cuenta me ha llenado la vida de poesía. Digo claro tengo yo que tampoco soy precisamente la mujer de sus sueños, pero a mí me gusta pensar que él me quiere a pesar de que soy asquerosamente cursi, no sé bailar banda y no entiendo nada de beisbol.
Tal vez después de todo este post si se trate de mi grado de madurez, de cómo ha empezado a valerme un reverendo cacahuate si es escritor, músico, doctor o malabarista de circo, que de un tiempo a esta parte he descubierto que un hombre es lo que “es” por el amor que le pone a su trabajo, por la congruencia con que va viviendo su vida, por la honestidad que le inyecta a sus palabras, por el grado de compromiso con sus causas.
Para músicos me quedo con Aute y con Sabina, para poetas tengo a Benedetti y a Huerta….
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